Una de las cosas que me explicó la ranamandra, fue que yo tendría que atravesar el laberinto, mi propio laberinto, si queria llegar realmente a mi jardín secreto.
Llegar al centro no era fácil, puesto que había muchas direcciones engañosas y tenía que volver sobre mis propios pasos cuando me equivocaba; pero fue más complicado todavía darme cuenta de dónde estaba el laberinto.
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