El diamante de Namurg lleva en ese lugar desde tiempos inmemoriales, porque nunca ha sido robado.
Su propiedad de reflejar la verdad, ha hecho que quien se ha intentado acercar a él falsamente, se haya sentido repelido y quien lo ha hecho verdaderamente, haya podido llegar a él, pero en ese caso, no haya necesitado arrebatarlo.
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