Tenía la llave en la mano pero no había ninguna puerta. Estuve sentado largo tiempo mirando la llave, lo único que me llamó la atención, fue una especie de signo interrogativo que conformaba lo que eran sus dientes. De repente entendí que no habría puerta, que todo era puerta y cuando entendí eso, apareció ante mi el secreto de los secretos...
El secreto de los secretos. |
En ese momento me di cuenta de que mi viaje a la tierra de los secretos había concluido. Era hora de ir hacia otro lugar.
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